jueves, 12 de enero de 2012

La matanza: segundo día


Para terminar con los recuerdos de Pavibarna, o mejor de Pepe, sobre la matanza, subo su texto, en el que hace referencia al segundo día.

El día del gasto ya no se madrugaba tanto, ni hacía falta tanta gente para deshacer el marrano. De hecho, a primera hora sólo venía "el mataor" y con la gente de casa ya nos arreglábamos.
Eso sí, se repetía el ritual del día anterior. En la casa ya se preparaba la mesa con el "piscolabis" tradicional, frutos secos, dulces, café, vino y "las copillas". Se descolgaban las víctimas, se las tendía sobre una mesa grande y recia y se despedazaban. Se apartaban los diferentes trozos según su utilidad y se limpiaban bien; se arreglaban los jamones, brazuelos, hojas, espinazos, caretas etc…, todo lo que se había de salar. Se iban poniendo los jamones primero, una buena capa de sal gorda, encima o al lado los brazuelos, después las hojas de tocino y por último todas las menudencias: espinazos, caretas etc..., porque era lo primero que se sacaba de la sal. Lo último los jamones y brazuelos, que tenían que estar un día de sal por kilo de peso. Así un jamón de 10 kg tenía que estar 10 días en sal y así sucesivamente.
Hacia las 9 o las 10 llegaban la matancera y las demás mujeres, se picaban los reaños para freir los chicharrones, que se acompañaban con morcilla frita también y un buen tazón de café con pan de aceite o buñuelos o las dos cosas. A mí, los chicharrones, era de las cosas que más me gustaba comer ese día. Después de comer, los hombres se iban a dar una vuelta a sus campos y las mujeres limpiaban las carnes, separaban y pesaban para hacer los diferentes embutidos: salchichón, longaniza de carne, longaniza de papas, chorizo, sobrasada, blanquillo. Se cocían los pimientos coloraos para hacer los adobos y las longanizas. También había que cocer los huesos, y casquería para elaborar el rico blanquillo. Otras mujeres, normalmente las abuelas, preparaban la comida del medio día: unas ricas sopas de pimentón con boquerones frescos, una asadura en salsa con papas fritas gordas y un flan o un arroz con leche de postre. Quiero evocar aquí a "Teresa la de Hilario", magnífica vecina y amiga de nuestra familia desde el tiempo de nuestros bisabuelos, que en mi casa nos hacía siempre la asadura en salsa, riquísima, "bocatto di cardinale". Aún la recuerdo machacando almendras fritas, pan, azafrán, ajo, perejil, orégano, cominos y no me acuerdo de más, para la salsa de las asadura. Una gran cocinera, acostumbrada a "aviar" para mucha gente y que todo lo que cocinaba era de estrella Michelin pa arriba.

A la hora de comer nos juntábamos todos otra vez. En esta ocasión, cada uno comía las sopas y asadura en su plato, menos el postre que lo comíamos todos como ya expliqué para las migas, o sea: en la misma bandeja o fuente. Las chirigotas y bromas se sucedían incesantemente y el jolgorio general era la tónica del día.
Después de comer quedaba el último apretón de trabajo para las mujeres: picar las carnes y elaborar los embutidos que ya mencionamos. También había que adobar las costillas, papadas y lomos y llenar el salchichón, las longanizas, sobrasada, chorizo.

Al oscurecer, volvían los hombres y se ponían a jugar a las cartas, la brisca, la ronda, al paulo, el siete y medio etc. Los niños seguíamos en el meceor, gambalá va y mecía viene con sus correspondientes cantinelas. Las abuelas ultimaban "el guisaillo " de carne de algunos huesos del prota más pollo, conejo y hasta pato algunas veces. Se volvía a comer asadura y morcilla frita y un potaje de castañas, flan con galletas o arroz con leche, de postre.
En mi casa, después de cenar ese día, siempre se cantaban los remerinos y romances tradicionales -entonces- de nuestro pueblo. Mis padres y algunos de mis tíos cantaban muy bien, después nos fuimos incorporando las segundas generaciones: mi Paco, y yo mismo nos gustaba cantar y hacíamos lo que podíamos. Se empezaba con el clásico "Debajo de los laureles"...tiene mi niña la cama. "Llevan las molineras", "Soledad", "Por la calle abajito", "En el mar hay una isla", algunos villancicos y casi siempre se acababa con alguna estrofa de los cantos de S. Blas, patrón nuestro. Y así hasta el otro año si Dios quiere.

Otras en tradas sobre el mismo tema:
La matanza: preparativos
La matanza: primer día

Publicado por Enrique

5 comentarios:

Isabel dijo...

Pavibarna eres un pozo de sabiduría. Mis recuerdos de la matanza en el segundo día se centran en la "chicharrilla" que nos asabamos en la lumbre. ¡¡Qué bueno estaba aquello!. En la elaboración de los embutidos y mi tía Matilde pacientemente atando los salchichones y chorizos. Mi vecina Dolores "la churrera" la madre de tu amigo Tomás, excelente persona que fué para nosotros como una abuela. Nos ayudaba en la matanza y en el descascare de la almendra, tarea por cierto que suponía un foro de discusión sobre los últimos acontecimientos acaecidos en el pueblo. Dicho de otro modo menos retórico pero perfectamente entendible, que te ponías al día en los últimos cotilleos.

Ya casi no se hacen matanzas. En las carnicerías venden de todo durante todo el año. Pero el sabor de aquellos guisos matanceros, esas morcillas recien cocidas, el arroz del medio día con la carne del marrano recién despedazado, las migas del primer día, los comentarios de José El Herraor (nuestro matarife) y tantas y tantas cosas que viviamos esos días, ya han quedado en el recuerdo.

Feliz día y buen finde. A ver si tenemos suerte y llueve que buena falta hace.

Enrique dijo...

Pepe, dice Isa que eres un pozo de sabiduría, yo añadirí... y de recuerdos.
Me encantaría que siguieras compartiendolos.

Isabel dijo...

Más o menos nítidos, recuerdos tenemos todos. Pero no todo el mundo sabe expresarlos con la sencillez con la que lo hace el amigo Pepe. Supongo que muchas de las cosas que cuenta no son solo de su memoria, creo que hay tambien un trabajo de investigación en muchas de las cosas que escribe. Lo de la iglesia por ejemplo. Por eso decía lo del pozo de sabiduría.

Y es curioso lleva más de 30 años fuera de Cádiar y sabe más que nosotros de la historia de nuestro pueblo. Yo por lo menos aprendo leyéndole.
Igual es que la distancia agudiza ese sentimiento de pertenencia a un lugar.

Llueve.....estamos de suerte.

Pavibarna dijo...

Gracias Isabel y Enrique por vuestros amables comentarios sobre mis parrafadas. Dicen que "que más sabe el diablo por viejo que no por diablo", y creo que es lo que me pasa a mí. Humildemente he de reconocer como Platón decía: Sólo se que no sé nada.
El próximo junio hará 38 años que nos fuimos de Cádiar. Nunca hemos perdido el contacto, claro. Además ahí está nuestra casa en la calle Baja, nuestras tierras -que no hay quién las labre- y sobre todo nuestros años más maravillosos: la infancia y la adolescencia. Decía Delibes: "que la patria del escritor es su infancia". Bueno, yo no soy escritor, aunque me gustaría manejar con igual soltura la pluma que el "azaón". Sólo quiero dejar sencilla constancia de un mundo ya desaparecido, pero real. Y como decía mi admirado antropólogo vasco Caro Baroja "levantar actas de defunción de otros modos de vida y las formas de relacionarse y entenderla que la rodeaban".
Me gusta leer, desde que era niño y en mi casa no había libros entonces. Solo mancajes y mucho, mucho trabajo. Pero recogía los trozos de periódico que me encontraba en la calle, me los metía en el bolsillo y cuando en el campo "echábamos un cigarrillo", los leía. Otras veces me iba a guardar las cabras o las vacas y también me llevaba un viejo libro -¡el único!- que había en el Molino de mi abuelos. Era un tomo forrado en piel de la historía de la Iglesia, escrito en 1848 y había pertenecido al "tio Eusebio el Cura", tio carnal de mi abuela ´María y hermano de mi bisabuelo Serafín de Tímar. Lo conservo "como oro en paño". Así que ahora, -aparte de poseer una considerable biblioteca- disfruto mucho en las bibliotecas de por aquí, en las que paso muchas horas de buena lectura.
A tí, Isabel, te comento los recuerdos que tengo de tu abuelo Joaquín -y tio nuestro por varias partes, era primo hermano de mi abuela Ascensión y sobrino de mi abuelo Pepe-. Decía que el tio Joaquin Ortega, siempre llevaba una revista o periódico bajo el brazo. Recuerdo cuando en su almazara -donde había trabajado tu padre y el mío- llegaba con la revista "Blanco y Negro" y le decía yo: Tite, me la dejará usted un ratillo? y él siempre: Toma, toma Pepillo y lee, lee que es muy bueno. Y cuando alguién le preguntaba algo relativo al aceite o la aceituna:Eso al señorito Alvaro o al señorito Antonio. Y tu tía María me comentó en Lobras un verano, que cuando se iba al campo, en vez de mancajes se llevaba una espuerta de libros. También conservo con inmenso cariño su libro de poemas fotocopiado de un ejemplar que me prestó tu madre hace muchos años y del que sacamos una poesia "Carta a un amigo" y creo que entre mi tio Domingo y Pepe Luis le pusieron música y la presentó el grupo Al-Cadí en uno de los festivales de Música Tradicional de la Alpujarra. Recuerdos de 50 años atrás.... y cómo siempre se dice: parece que fué ayer...

Pavibarna dijo...

Ah, y ahora veo que ya es 17 de enero, día de S. Antón, patrono de los animales domésticos. Y "por S. Antón la gallina pon, y por las Candelas -2 de febrero- las malas y las buenas".
En Cádiar había familias que cumplían "mandas" a este santo tirando unos cohetes. Era el caso de mi abuela Máría la Molinera, que en la tarde de este día agarraba un tizón y lanzaba medía docena de cohetes desde el huerto del Molino, "pa que S. Antón protegiera a los marranicos´". Aunque la gran celebración para este fin eran "las luminarias la víspera del día de Santa Ana".