miércoles, 28 de diciembre de 2011

La matanza: primer día


Continúo con el relato, iniciado en una entrada anterior, de aquellas matanzas de antes. Siempre pasadas por el tamiz del recuerdo del amigo Pavibarna:
La noche anterior, era de aquellas noches en la que a los niños de la casa nos costaba tanto dormirnos; soñábamos despiertos con el día "de follollo" -cómo se le decía en Cádiar-. Nuestros padres se levantaban al ser de día, o antes; y nosotros esperábamos que empezaran a rebullirse pa saltar de la cama también.
Se echaban unas astillas al fuego -que no se había apagado- y se ponía un bidón lleno de agua para pelar y afeitar a las víctimas. "Quien repara en pelos no come tocino", se dice, pero se agradece un buen cacho tocino en el puchero sin pelos en la corteza. También se preparaba una buena olla para hacer café malta. Y sobre todo una buena mesa con mantel y numerosas bandejas con higos secos, almendras tostás, nueces, castañas,  pan de aceite, tortas en lata, mantecaos, etc…, además de vino de la casa, aguardiente, coñac y otros licores. Era el pica-pica que se tomaba conforme iban llegando los convidaos -hombres- antes que se hiciera de día. De hecho, la escabechina empezaba antes del alba; hasta el punto que cuando encendíamos la primera arbulaga aún era noche cerrada. También llegaba la matancera para "parar la sangre", a fin de que no se coagulara, en el momento que el mataor lavaba la papada del animal y metía su afilado cuchillo hasta casi tocar el corazón. Era esta una maniobra muy delicada, pues si pinchaba el corazón, el animal fallecía en el acto y no soltaba la sangre -ingrediente principal de la morcilla-. Se decía que en sus estertóreos gruñidos, el animal decía primero: ¡acudid, acudid, acudid! y ya agonizando: ¡ya pa que, ya pa qué! Daba un par de patadas y quedaba para la segunda fase que era "el churrascao" con las arbulagas y bolinas. Se quemaban los pelos y con yesones se limpiaba la piel quemada. Después se le tiraba agua caliente, se lavaba y afeitaba bien. Se le metía el "camal" entre los tendones de los jamones y con una soga se colgaba de una reja o de un árbol del huerto. "Si quieres ver tu cuerpo humano, abre un marrano".  Se abría y se le sacaban primero las tripas, que se depositaban en el "menuero" forrado con hojas de col, para que no se rompieran. El "guajerro", la asadura y el corazón se separaban y ponían en un lebrillo. Se le extraían un trozo de carrillera y otro de costilla, que se mandaban a analizar al veterinario. Una vez, bien abierto, limpio y escurrido se subía a las cámaras y se colgaba frente a una ventana que diera a la sierra, allí se dejaba hasta el siguiente día.

Las mujeres llegaban, tomaban café, pan de aceite y torta y se iban al río a lavar las tripas. Volvían a la hora de comer, cuando las migas -las ricas migas de matanza- estaban en la mesa, dispuestas en el perol en que se hacían y rodeadas de todo tipo de engañifa: uvas, naranjas, ensalada de escarola y granás, sardinas asás, pescaillo seco, boquerones encañaos, arenques, rábanos y rabanillas, berros, chicorias, vinagreras, ajos y cebollas asaos, pimientos fritos, tocinillo frito, etc… Todos los adultos comían del perol, de pie y cada uno por su laíco. Los niños -que no habíamos hecho la primera Comunión- comíamos aparte, en platos y sentados. Las bromas y juerga eran constantes durante los dos días, máxime a la hora de comer, cuando todos los asistentes estábamos juntos.


Después de comer se empezaba a preparar la masa de la morcilla. Se picaban la cebolla cocida y la calabaza a la que se añadía la "pringue". "Échale pringue y no me la vuelvas". Se le ponía la sangre en la que se echaban las especias: clavo, canela, matalahúva, pimentón, orégano, perejil, ajo, pimienta y sal. Se amasaba todo bien y se probaba, friendo un pegote de masa en una sartencilla -esto a mí me encantaba-. Una vez conseguido el punto de sal y especias se llenaba con "los morcilleros". Había quien le tostaba unas almendras y alguna "bolilla", para darle un toquecillo picante. Después de embutida, había que cocerla en una caldera con agua hirviendo y sal. Se tenía que hacer con sumo cuidado, pues algunas tripas podían reventarse y ya no se podían recuperar. Una vez cocida se colgaba en unas cañas, en el cuarto de los atrojes o las cámaras, bien ventilada.

La cena consistía -en mi casa- en un potaje "de invierno" con habichuelas secas y papas. De segundo morcilla frita y uvas, peros y naranjas de postre.
Texto de Pavibarna

Publicado por Enrique

14 comentarios:

Pavibarna dijo...

Algunas acotaciones a este texto que escribí hace un par de años en el Foro de Cádiar. Al pica-pica de primera hora se le decía "piquislabis" creo que de "piscolabis". Y también, ese primer día, era cuando se echaba "el cenacho"; costumbre muy arraigada en nuestro pueblo y del que creo que también publiqué algo en el foro. Hoy, también os quiero comunicar que ha fallecido mi padre "Antonio el de Ascensión". Contaba 86 años y ha muerto el 29 de diciembre pasado en una Residencia de La Ametlla del Vallés, donde debido a su invalidez estaba internado. Cumpliendo sus deseos, fué incinerado y sus cenizas serán esparcidas entre sus olivos de El Zaguer de nuestro pueblo.
Dicho esto, desearos a todas y todos un buén año 2012. Saludos desde un rincón de Barcelona.

Isabel dijo...

Antonio el de Ascensión y mi padre fueron grandes amigos. Lo sé porque mi padre hablaba mucho de él. Mi madre tambien me cuenta a menudo las cosas que hacían para divertirse. He oido muchas veces la anécdota de aquella navidad en la que no paró de llover ni un solo día y Antonio el de Ascensión salió con sus botas de "regaor" ofreciendo sus servicios. Y tambien en nocheviaja solian echar la "celulas" (o algo así, no sé como se escribe). Consistía, según me cuenta mi madre, en echar tres montones de papeles, uno con las mozuelas, otro con los mozuelos y otro con el regalo que le correspondía una vez emparejados. Por supuesto los regalos eran de lo más pintoresco, así que la diversión estaba garantizada.

Andaban escasos de fondos pero sobrados de imaginación y ganas de divertirse.

Mi más sentido pésame, Pavibarna.

La vida continúa. Feliz 2012.

María dijo...

Soy María, la hermana de Serafín, y en nombre de mis padres os doy el pésame.Mi madre cuenta historias de tu padre que son la leche...

Enrique dijo...

A Pavibarna:
En Cádiar cuando ocurren estas cosas la frase mas repetida es "te acompaño en el sentimiento".
Eso es lo que este blog te ofrece en estos momentos, compañía y sentimiento, aunque sean virtuales.

Pepe Luis dijo...

Lechera llena o no llena, dispuesto a dejarla en el tranco más cercano cuando la ocasión se preciaba, me bajaba a tu casa, y allí estaba, cada anochecía. Y casi siempre, el ratillo se hacía eterno. Sobre todo si tu hermana María Ascensión, tu primo Pepe, Fernando el Salao, Encarnita, los del Mesón, los de más arriba (que de vez en cuando también se juntaban) y todos los que a tu casa acudíamos, como si en un ritual de atávica y religiosa peregrinación fuera, pululaban y derrochaban callejeo por allí.

Recuerdo a tu madre, Matilde, una mujer entera, vestida de negro (corrígeme si no es así, pero es esa la imagen que guardo a estas horas) y tu padre, de vuelta de los praos, seguramente acompañado de ti y de tus hermanos: Paco, Antonio; a Juaquín Eusebio lo recuerdo de niño, era un niño entonces…

Recuerdo cuando os fuisteis a Barcelona; bueno, más bien, cuando os vinisteis a Barcelona.
Recuerdo a tu hermano Antonio, mientras yo me apuraba una rebanada de pan con aceite y azúcar, apoyado en la esquina de Matías, con pantalón corto en un mes que hacía mucho frío.
Recuerdo las justas entre caballeros que librábamos en tu huerto y un poco más abajo.
Recuerdo la réplica que hacíamos de la Cabalgata, más o menos en el mismo sitio.
Recuerdo a tu madre, otra vez, ofreciéndonos generosamente (ella era generosa) unos pastelillos que estaban para comérselos dos veces.
Recuerdo una pizarra colgada en la pared; una tele en blanco y negro que retransmitía las series que no ponían en mi casa; mucha gente, siempre mucha gente…

Recuerdo el aliento blanco de la Luna, que a horcajadas entre en el Callejón de Emilica y la cuesta empinada de Antonia la Feliciana, me recordaban que ya era la hora de volver a la Placeta, a mi casa, con la lechera llena o vacía; con la rabia de que aún me quedaba media vuelta, veintiuna y aceituna.

Siento muchísimo la muerte de tu padre.

Un abrazo, molinero…

Pavibarna dijo...

Lo primero, agradeceros a todas y todos vuestras manifestaciones de pesar por la muerte de mi padre, y que, aunque lo hagais de esta forma virtual, igual se agradece. Gracias, pues, de todo corazón.
Para Isabel, tienes razón, tu padre y el mío fueron grandes amigos desde la infancia en la calle Baja, donde ambos nacieron. Compartieron los primeros juegos, siguieron divirtiendose de jóvenes en aquella cuadrilla en la que estaban tu madre y la mía, tu tia Maria, mi tia María, Agustinica, su hermana María,Pepa la de Felix, María y Ana de la Rambla el Banco etc. Una -de tantas- anécdota. Contaban mis padres, que un año por carnavales decidieron hacer buñuelos con chocolate en casa de mi abuela Ascensión. Pero una vez hecha la masa pensaron ir a celebrarlo al cortijo de "Los Guitarras" en la Contraviesa. Pusieron la masa de los buñuelos en unas alforjas y la cargaron en un mulo con los demás pertrechos para la juerga. A medio camino, la masa empezo a fermentar y a crecer y salían los pegotes de las alforjas con los que jugaban a tirarse la masa entre ellos como si fueran bolas de nieve. Llegan al cortijo, hacen los buñuelos y el chocolate y convidan a las amigas de la Rambla del Banco y otros vecinos de los cortijos. Como hacía poco que Evita Perón había visitado España -creo que en los primeros años 50 del pasado siglo- quisieron emular aquella visita y para ello vistieron y peinaron a Mercedillas la Carnera -que siempre les acompañaba- al estilo de Evita. La subieron en una mesa, se la echaron a hombros y le dieron un paseo por los "rueos" del cortijo, mientras le tiraban margaritas, amapolas y hasta gatunas pinchuas. Esta Mercedillas la enviaba mi abuela para atemperar los posibles "desmadres" de la juventud en aquel tiempo. Se ve que hicieron una buena olla de chocolate y antes de volver a Cádiar había que apurarlo. Tanto se hartó Mercedillas de chocolate, que bajando la Cuesta Guitarra le sonaba en el estómago: Clarillo pero muy bueno, se ve que decía. Y los "Perdigones", unos primos de los "Sardinas", se negaron a tomarse un tazón "porque aquello estaba mu negro" era la primera vez que veian el chocolate.
De anécdotas de este tipo, habría para escribir una enciclopedia. Lo que si es cierto era lo bién que se lo pasaban.
Para María: ya ves en lo que explico cómo también estaban tu madre y tu tía Ana, buenas amigas también de mis padres.
Y a Enrique darte las gracias por permitirme comunicar y compartir estas circunstancias en tu blog. Aunque ya creo que me habreis identificado, Pavibarna soy yo, Pepe García Reinoso. Gracias a tod@s.

Pavibarna dijo...

Gracias, Pepe Luis, por esos recuerdos plasmados con tanta sensibilidad y bella literatura de la buena. Pura poesia. Me encanta leerte.
Yo también recuerdo a tu buena madre, Virginia, embarazada de tí con una canasta de ropa en la cadera y un cubo en la otra mano, de vuelta de la "Fuentecilla de los Caracoles". Mi madre la admiraba por su buena educación, su bondad, su cultura, su sentido común....Virginia es una mujer especial, decía. Y era verdad. Así ahora puedo decir de tí que "de tal palo tal astilla", claro.
Y, si, os recuerdo de niños por mi casa, a buscar la leche, jugando por aquellos huertos, en la calle o en la "Puerta el Mesón", vuestra casa.
Tuve la inmensa suerte de nacer y crecer en casas abiertas al mundo y a la vida... mi casa, el molino de mis abuelos maternos, la casa de mi abuela Ascensión, el cortijo de "Los Guitarras" -antiguo apodo de mi bisabuelo paterno-. Y tanta gente que ha pasado por donde nosotros y que sigue pasando por la masía de Can Margarit, donde ahora vivimos mi Antonio y yo. Mis padres solían decir aquello de "solo se vea quien solo se desea", así que mi casa ha sido siempre un tragín de gentes y bendito sea así.
Gracias, Pepe Luís, por la sensibilidad, "jondura" y belleza de tus comentados recuerdos y decirte que ya que estamos tan lejos de nuestro pueblo y tan próximos en este Barcelona, me gustaría poder compartir contigo unos recuerdos, unas migas, una cerveza..... mi tlf 657 19 58 85.
Un abrazo, Pepe.

MANOLO dijo...

Hola, Pepe, siento lo de tu padre.
Mi recuerdo de él y de todos vosotros, como gente del campo que éramos, va inida inseparablemente al trabajo y la briega diaria cuando coincidíamos limpiando la acequia del Portel, ayudando a vuestro tío Domingo y a mi padre a limpiar el caz del molino, pero sobre todo cuando guardábamos las vacas en las frescas, frondosas y abundantes alameas que entonces había en Cádiar, cuando nos "prestábamos" leche para poder mantener a los clientes en los casos en que la producción mermaba porque había que dejar de ordeñarlas antes de parir... en fin, trabajo y más trabajo, es lo que había.
Pero siempre lo recuerdo, os recuerdo, con muy buen humor, a él, a ti, a Paco y a Antonio.

Un abrazo.

Manolo el molinero, hijo de Jorge y sobrino de Anica y María, para más señas.

MANOLO dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pavibarna dijo...

Gracias, Manolo "el molinero", por tus hermosos recuerdos de aquellos tiempos de tanta briega, como bién dices. Y sí, cuantas veces hubo que salir corriendo a buscar leche "en ca Agustina y Jorge" porque nos faltaba. Y echar mano de tu padre para que nos ayudara en el parto de alguna vaca. No nos olvidamos, no. Cuando nos juntamos con mis hermanos rememoramos aquellos tiempos y nos recreamos con tantos buenos recuerdos y anécdotas. Yo os recuerdo de cuando vivíamos en el Calvario, en la casa de al lado de Alvaro Olvera y Encarna, allí nacieron mi Paco y mi Antonio -yo había nacido en la plaza de Arriba-, mi hermana y mi Joaquín Eusebio nacieron en la calle Baja.
Y la riqueza vital de las gentes del Calvario, de aquel tiempo, era inolvidable: la panaderia de Rosa la Caracola, la tienda de Paco "el del Calvario" y Encarna, vuestro molino y almazara, el taller de costura de Blasica la Coja, la "Posá el Calvario", los fideos de Matilde y "Gabriel Ratones", la taberna de Frasco Ramón, la tienda de "José el Escurriuras", el banco de herrar de José, la taberna del Cabillo, la barberia de Juanico, vamos, que el Calvario era entonces el corazón de Cádiar. Pero sobre todo: aquella FUENTE DEL CALVARIO con el agua tan fresquita para personas y animales... "...el agüita del Calvario, tiene muchacha una gracia, que todo el que se la bebe dicen que pronto se casa...."
En fin, todo tiempo pasado fué mejor, se dice, yo si digo que nos tocó vivir tiempos duros, pero no tristes, porque aprovechabamos cualquier ratillo para inventarnos divertimentos y pasarlo bién. Había mucha solidaridad y mucha generosidad para compartir lo malo y lo bueno y ayudarnos mutuamente. Sigamos en ello y hagamos lo posible porque aquellas "buenas costumbres " no se pierdan nunca; nos va la "buena vida" en éllo.
Gracias, Manolo, abrazos para tí y para tus padres y hermanos. Os recordamos, siempre, con mucho cariño.

Paco Eulogio dijo...

Quisiera aprovechar esta oportunidad para enviar un abrazo a Pavibarna. Supe de la muerte de tu padre en casa de tu tío Domingo, a dónde he ido frecuentemente estos días porque ahora es mi hija la que juega con la hija de Antonio, y dónde todavía hay envidiables reuniones familiares alrededor de la mesa camilla. Os aprecio y os envío un cordial saludo.

Paquito, el de Milagritos

Pavibarna dijo...

Gracias, Paco. Si no pones al final que eres hijo de Milagritos, no te hubiese reconocido en la foto. Pero sí que me acuerdo de tí y de tus hermanos "los niños de Milagritos". De la tienda de tu padre -José Antonio- y hasta de la sastreria de tu tio Antonio en los bajos de tu casa.
Este año hará 38 años que estamos por estas tierras de Cataluña. Y eso que vinimos con la intención de hacer unos ahorrillos para pagar los destrozos de "la nube" del 72....

Gracias Paco, y un abrazo de todo corazón.

Paco Almendros dijo...

Llego tarde a esta entrada, lo siento y pido disculpas. Pepe, no sabía que Pavibarna eras tú. Me acuerdo perfectamente de tus padres, de tus hermanos y de tu hermana...Y hace mucho tiempo que no nos vemos. Siento muchísimo lo de tu padre. En estos días nos sentimos muy cerca de vosotros. Un abrazo muy fuerte.

Pavibarna dijo...

Muchas gracias, Paco Almendros. Si, me puse el seudónimo de Pavibarna -un pavico en Barcelona- para el foro de Cádiar y con él sigo.
Un abrazo para tí y para tus padres -Paco el del Calvario y Encarna- a quienes mis hermanos y yo recordamos siempre con mucha gratitud y cariño. Gracias de todo corazón.