jueves, 1 de diciembre de 2011

El meceor

Viejo columpiandose. Goya.


Bendito mes que empieza con Todos los Santos y acaba con San Andrés.

Para cualquier necesidad siempre encontraremos una sentencia en el refranero. Así que si queremos alabar a Noviembre, sin tener que hacer santas referencias, la encontraremos:
Bendito mes que empieza con tostones y acaba con chicharrones.

Ayer acababa noviembre. Acababa, o al menos debía, con chicharrones.
El final de noviembre abría la puerta al periodo invernal, al periodo de matanzas. Pero la modernidad está acabando con las matanzas caseras y por tanto, con esa fiesta multitudinaria de la que participaban vecinos y familiares.
Yo no recuerdo matanzas en mi casa, pero recuerdo perfectamente las de mi vecino Manuel el de la huerta.
Para los niños suponían dos días de fiesta total, y el centro de la fiesta solía ser el meceor. Solo era necesaria una buena cuerda, fuertemente anudada por sus dos extremos a las  vigas de madera que sostenían la cubierta de uralita de las cámaras. Un cojín hacía más llevadero el asiento curvado de cuerda. Voces, algarabía y meceor; que simple y que feliz.
Hoy proliferan por todos los pueblos parques infantiles que disponen de columpios, para mi meceores, que la mayoría de los niños los desprecian por cotidianos. Pero antes, en aquellos años de mi infancia, el meceor y la matanza constituían un motivo de satisfacción tan intensa que podía equipararse a la sentida en una noche de reyes.

Para los nostálgicos, algunas caplillas de meceor:

Cerecica cerezón,
que viene el diablo con un tizón,
apartando a los más chicos
y a los más grandes del meceor.

La pavica la pavana,
pone huevos en la semana,
pone uno, pone dos, pone tres...

Debajo de aquel puente,
había un penitente,
comiendo pan y aceite,
le pedí una sopica,
no me la quiso dar,
fuí al corral,
me encontré un dedal
se lo dí a mi tía,
pa la última mecía,
que escurra el aceite,
que escurra la sal,
que ha dicho mi abuela
que no escurra más.


Es posible que alguien recuerde historias de meceor u otras coplillas. Así que, "que escurran los comentarios".

Publicado por Enrique

4 comentarios:

Paco Eulogio dijo...

El meceor, que tiene hasta el nombre recortado, era un extraordinario y un jaleoso. Su señora, la mecedora, en cambio conserva la "d" hasta en la expresión más coloquial imaginable, lo que le da otro empaque, otra quietud y otra armonía más propia de su función: mecer. Y era cotidiana y callada.
A ver cuando hablamos del futuro.

Isabel dijo...

El otro dia hablando con un asiduo lector de nuestro blog, cuyo nombre no voy a decir para darle un poco de misterio a la cosa, deciamos precisamente eso que dice Paco Eulogio, que todo lo que hablamos es del pasado, que parecemos muy viejos. Y no es malo ser viejo, no, pero no se vive solo de recuerdos. Hablemos del futuro. O del presente.

Enrique dijo...

Ni siquiera recuerdo el pasado con claridad. Aún menos el futuro.
De todas formas me gusta ese tinte nostálgico que ha tomado el blog.
Se aceptan escritos sobre el presente o sobre el futuro...

Maria Jose dijo...

Yo tengo un vago recuerdo de las matanzas en casa de mi abuela Rosario. Picar la carne, las almendras y los pimientos rojos, mover la morcilla en la artesa,llenar el salchichón, longaniza ..... Era mucho trabajo, no importaba la edad que tuvieras, siempre podías arrimar el hombro. Eran días de reuniones familiares, de risas y juegos.
Mi abuelo nos hacía el merceor en la cuadra justo encima del tranco de entrada que utilizábamos para impulsarnos e intentar llegar al techo.