martes, 27 de septiembre de 2011

Persecución en la plaza




En mis años de escuela no existían las Plays ni las Xbox ni las Nintendos. No, no había nada de eso y tampoco abundaban otro tipo de juguetes. Por eso los niños jugábamos en la calle toda la tarde-noche. Había multitud de juegos y para casi todos no era necesario nada, únicamente ganas y espacio suficiente. Ganas, a esas edades, nunca faltaban. Espacio, en un pueblo con escasa circulación, tampoco. De hecho el campo de juego era todo el pueblo y alrededores. Pero, para mí, los campos de juego más usados eran la plaza de la Iglesia y la plaza del Pescao.

La variedad de juegos era extraordinaria, pero hoy quiero centrarme en los de persecución.
El clásico Pilla-pilla o Tú la llevas que en Cádiar se llamaba La Mía.
El tradicional Escondite conocido por todos, en el que la complicación aumentaba ya que había que buscar un buen lugar para esconderse, controlar al que amochingaba y llegar al casa sin ser pillado.

Conforme se iban cumpliendo años los juegos aumentaba su complejidad:
Así recuerdo Ahí va mi gavilán en el que uno de los jugadores hacía de madre (casa) y, para dar tiempo a alejarse a los que debían ser cazados, cogía al cazador por las orejas y recitaba:
Ahí va mi gavilán
con cuatro uñas de gato
como no me traigas carne
las orejas te las saco.
Luego estaba El látigo en el que conforme se iban cazando jugadores debían cogerse de la mano formando una cadena. Esta cadena cazadora cada vez se iba haciendo más larga con lo que cada vez se hacía más difícil cazar nuevos jugadores. Además el último de la cadena , en cada giro del primero, sufría los efectos de la fuerza centrífuga.

Pero el rey de los juegos de persecución era Aceituna en el que se jugaba por equipos. Siempre el número de jugadores era impar de manera que el equipo cazador contaba con un jugador menos que el equipo que libraba.
Para seleccionar los jugadores que iban a librar todos nos poníamos en círculo y uno contaba muy rápido hasta que alguien decía basta. En ese momento y siguiendo la dirección de las manecillas del reloj se continuaba la cuenta señalando a los jugadores:
… diecinueve, veinte, veintiuna y aceituna. El marcado con esta palabra era el que libraba.
Una vez formados los equipos a correr, sin limitación alguna de espacio. Los jugadores cazados debían permanecer quietos en el lugar, solo podían dar tres pasos, una sola vez, para intentar ser librados por sus compañeros de equipo que aún no había sido cazados.

Recuerdos, como siempre. Aún me veo corriendo, esquivando al contrario, dando los tres pasos más grandes que podía para ser librando o contando en círculo hasta llegar a veintiuna y aceituna.

Recuerdos, otra vez. Han pasado tantos años que es posible algún olvido, alguna falta. Pero estos juegos están en la memoria colectiva de toda una generación que correteaba por las calles y plazas de Cádiar allá por los años 70.
Utilizad los comentarios para llenar los agujeros de mi memoria o para completar esta entrada con anécdotas y sensaciones perdidas.

Publicado por Enrique

6 comentarios:

Paco Almendros dijo...

El gavilán tenía cuatro uñas de gato y no cuatro dientes de gato ¿no?

Buenas tardes desde Málaga.

Enrique dijo...

Tienes toda la razón Paco. Eran uñas y no dientes. Ya dije que hay muchos agujeros en mi memoria, y esta es una buena forma de irlos rellenando.
Edito la entrada.

MANOLO dijo...

Hola a todos los "barranquillos" y especialmente a tí, Enrique que con tus estupendas entradas nos tienes a todos informados y entretenidos.

Ánimo y a seguir.

Soy vecino parvero que visita este sitio con frecuencia.

El tema que has tratado me gusta particular y profesionalmente. Defensor a ultranza de los valores de aquellos juegos procuro enseñárselos a mis alumnos y te puedo decir que les encanta jugar a la banderola, los santos, la cadena (el látigo), la comba, etc.
La retahíla que has puesto la uso frecuentemente para animarlos a pillar a los otros en juegos como policías y ladrones y efectivamente, son uñas de gato. Surte efecto, cuando pillan a alguien me dicen "aquí tienes carne maestro"...

Hace un tiempo con los parveros hicimos un intento de recopilar estos juegos, creé un documento google, puse un modelo de ficha y aportamos algunos.
Te pongo el enlace por si te interesa aunque no sé si podrás entrar, si no puedes me lo dices y te mando una invitación a compartir el documento a tu correo.
https://docs.google.com/Doc?docid=0AcOWxFRN6McxZGhkM25yZDlfMTljcWN4dzVnYw&hl=es

Como en vuestros comentarios ya sale otro Manolo y como todavía no tengo afotillo identificativa, diré que pa más señas yo soy Manolo el Molinero.

Saludos.

Enrique dijo...

Manolo, para mí siempre serás Molinero.
Si, he podido entrar siguiendo el enlace que pones.
Mi intención es tratar el tema de los juegos olvidados poco a poco, desde el punto de vista de un nostálgico y para rellenar rincones de mi memoria. No de forma tan sistemática. Utilizando lenguaje jurídico, la principal razón es que algunos tienen una reglamentación tan enrevesada que llavaría mucha letra decribirla. Y otros son tan discutidos, que ni con juez y jurisprudencia sería posible una acuerdo entre los equipos contendientes.
De todas formas procuraré ayudarte en lo que pueda.
Hay una entrada anterior del blog que ya trataba de uno de estos juegos:
http://cortijolosbarranquillos.blogspot.com/2011/06/retro-el-reondel.html

Maria Jose dijo...

Que me decis del pañuelo, no bastaba con ser el más rápido, había que adivinar la intención del adversario y ademas anticiparse a su acción.

Isabel dijo...

Hace años hicimos una recopilación de juegos a través de los IES. Se trataba de quelos niños le preguntaran a sus padres y recuperar así los juego sy los cuento sy leyendas. Salieron muchos y muy curiosos, además en cada pueblo hay cosas distintas. fué divertido.

Yo recuerdo con especial cariño ese de la chungarara que decía algo así como " En la boca de los niños cucarachas y ratones y en la boca de las niñas caramelos y bombones".

Era un juego de niñas, claro