lunes, 14 de noviembre de 2011

La Placeta del Prado

Calle Laurel. De camino hacia la Placeta del Prado.


Leyendo la “Casida de los Ramos”, retrocedo en el tiempo, cuando la arboleda del Tamarit era las plataneras de la placeta del Prado, dónde el paraíso, con los años, se tornaba oscuro; dónde el pueblo, como el poeta, habla de sí mismo, del infortunio que presiente.
Las umbrías del cad expuestas al viento húmedo del río y a las lluvias torrenciales que traen los otoños son los ...“perros de plomo” que presagiaban el ocaso de uno de los rincones más bellos del pueblo. Los “niños de velado rostro” son los vecinos que le han vuelto la espalda al deterioro de la placeta; lo son también quienes destrozaron su fuente y los que no intentan recuperarla. La sombra que avanza despacio (con paso de elefante) se hace patente con la desaparición del manzano, símbolo de la vida enamorada que contiene en su carne prieta todo un futuro de sollozos, y que, en otro tiempo, evidenció la placeta, pero que ahora no muestra porque no hay jóvenes, o porque los que hay se han ido lejos del pueblo en busca de otras quimeras. Y asimismo se manifiesta en el deterioro de los arbolitos (las plataneras) a los que, por su fragilidad, se le “quebraron los ramos” y no pudieron soportar la bufanda de cemento que los envolvió, ni el encauzamiento del cad, ni la imprevista sequía de la fuente que generosamente había manado durante tanto tiempo, caliente en invierno y fresquita en verano. ¡Demasiadas agresiones para sus años!
Quiero intuir una diferencia al final. La casida anunció las sombras que a los pocos días envolverían al poeta hasta llevarlo a la muerte. Aquí el ruiseñor vencerá al elefante que designa las sombras: plantaremos nuevos árboles, renacerán los sampedros, los rosales del huerto, incluso el manzano injertado con nuevos tallos; se limpiará el collar de escombros que envuelve a la fuente y recuperaremos la propia fuente, pero en su sitio. Así la calle Laurel, donde hace unos años mi tía Rogelia regalaba al visitante la más bella fotografía del pueblo tendrá un desenlace adecuado y acorde con el pasado.
Pasado que plasmó el más ilustre viajero que por nuestro pueblo pasó al decir de Cádiar que era un Versalles, un Aranjuez o una Capua; una residencia de príncipes, una mansión de placeres. Yo me pregunto: ¡Qué enseñarían y cómo obsequiarían al señoriíto! ¡Qué poca curiosidad por la realidad que debe buscar el viajero! ¿De qué color sería el cristal de sus gafas?... Más que viajero creo que fue el primer turista rural que, con un ramito de albahaca en el sombrero y cara de venir muy lejos, se hartó de guñuelos, rosetas, jamón, vino...y más etcéteras.

Publicado por Pepe Alvarez

8 comentarios:

Enrique dijo...

Cualquier momento es bueno para releer un buen poema. Aprovechando la referencia que hace Pepe en su artículo, dejo, a continuación el texto de “La Casida de los Ramos”. Forma parte del poemario póstumo “El Diván del Tamarit” de nuestro gran Federico.

Por las arboledas del Tamarit
han venido los perros de plomo
a esperar que se caigan los ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.

El Tamarit tiene un manzano
con una manzana de sollozos,
Un ruiseñor apaga los suspiros,
y un faisán los ahuyenta por el polvo.

Pero los ramos son alegres,
pero los ramos son como nosotros.
No piensan en la lluvia y se han dormido,
como si fueran árboles, de pronto.

Sentados con el agua en las rodillas
dos valles aguardaban al otoño.
La penumbra con paso de elefante
empujaba las ramas y los troncos.

Por las arboledas del Tamarit
hay muchos niños de velado rostro
a esperar que se caigan mis ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.

Blas rogelio dijo...

De la Fuente del Prado y sus alrededores, mis recuerdos,aunque menos poéticos
y ensoñadores , pasan por: esas serenatas de verano a las hijas y sobrinas del “Correo” por las carreras en sus calles, perseguidos por voces de almas cabreadas debido a un leve timbrazo en sus puertas a las tantas , por esas regatas de barcos ( cualquier palo identificado) en ese cad y por mi lechera verde de plástico ( soy mas nuevo) en busca de la leche de cabra.

Hoy en mi santoral aparece el nombre de “San Byte”.
Gracias a él, mis esfuerzos se han visto recompensados. La informática ha dejado de tener secretos para mí, esperando el reconocimiento de la sociedad científica me despido de todos ustedes. Un beso.

Enrique dijo...

Primero felicitar a todos los Bytes.

Recuerdo una de aquellas serenatas en la que, para hacerla mas al estilo del Teatro Real, cada uno fue arrastrando de una silla que cogimos del Bar de Emilica. Y si hubo carreras, cada cual tuvo que arastrar con su silla.

Manolo dijo...

¡¡Que sorpresa!! ver por aquí expayandose a Blas Rogelio.Saludos de mi parte.
Me da la impresión que habláis de dos serenatas distintas a las cuales asistí yo, (si no es así me corregís).
La que hace mención Blas Rogelio (ya casi ni me acodaba de este segundo nombre) fue por las ventanas de la fachada trasera “del correo” (como dice Blas) A las hermanas y primas de Pepe.¡¡ Buena serenata!! con recompensa por los canticos desafinados. Creo recordar que el premio fue un banquete de mantecados y licores variados.
La serenata que apunta Enrique sucedió a escasos metros de la de antes.
Fue a una novedad en el pueblo aquel verano. Una tal Maricarmen, Rubia y de buen parecer, prima de Ramón (el cascara….., en fin, vecino de Pepe).
Pues si, no creo que los vecinos de la Fuente del Prao, estuvieran muy contentos con la juventud de entonces.

JFA dijo...

Por fin sé quienes interrumpian mis sueños

Enrique dijo...

¡Fueron tantas serenatas y hace ya tantos años!, que seguramente confunda unas con otras.

En cuanto al tema central de la entrada: La placeta del Prado.
En ese Enero del 71 esta placeta tenía un sabor especial. Un sabor a Alpujarra real. Pero “los perros de plomo y los niños de velado rostro”, a los que se refiere Pepe se lo quitaron. Seguramente en aras de un progreso mal entendido.
Desmejoraron el aspecto de la fuente primitiva y secaron su enorme caño.
Talaron los plátanos, seguramente porque ocupaban mucho sitio, y luego pusieron en el centro de la plaza una fuente prefabricada que seguramente ocupa mas sitio.
Taparon el Cad, en el que los niños hacían navegar sus barquitos. Cuando, seguramente, habría otras opciones que permitieran el paso de vehículos.
Cubrieron la plaza con una capa de hormigón sin valorar la posibilidad de un suelo que conservara el sabor de la plaza.
Ni siquiera parece que se haya podido salvar material gráfico que nos recuerde la vida de la placeta en sus momentos mas dulces.

Pero, aún hay tiempo de rectificar, para que, finalmente, “el ruiseñor venza al elefante que designa las sombras”.

Isabel dijo...

Os poneis tan poéticos que no me atrevo a escribir nada por miedo a desentonar. Pero bueno, tengo que decir que algo parecido a lo que pasó con la fuente del Prao sucedió en la del calvario. No sé si os acordais de como estaba.. Había una cuestecilla para bajar, una especie de balsa de piedra, la fuente con varios caños y luego un pilar alargado en el que bebían los mulos y lavaban las mujeres. Se cubrió todo y en su lugar tambien se puso esa fuente prefabricada. Era una época en la que lo antiguo era "viejo" y había que cambiarlo por símbolos de modernidad como esas fuentes prefabricadas. De aquella época es tambien la eliminación de tinaos o los horrorosos alicatados de lavaderos que hay en otros pueblos.
No sé si alguien tiene fotos de como estaba el calvario antes. Me gustaría tener alguna.

Feliz tarde casi noche. (no me gusta nada este horario de invierno)

Enrique dijo...

Completamente de acuerdo contigo, Isa, en todo lo referente a El Calvario. Intentaré escribir sobre ello. Pero sobre esa plaza tus recuerdos, seguramente, serán mas fueretes que los mios.