A Antonio Montoya, un hombre que se peina con bayeta.
Zenón | Aristóteles | Esquilo |
El lunes pasado publiqué una entrada felicitando a los Antonios. Debido al arrechuche que sufrió hace poco A. Montoya le dediqué un entretenimiento escrito. Pero mientras lo escribía no paraban de iluminarse mi mente, llenándose de información, situaciones vividas y recuerdos. Por ello, y a pesar de parecer pesado, debo retomar el tema. Cada cual escribe lo que quiere o lo que en ese momento pasa por su cabeza. Por eso escribo este cuento. Es puro empecinamiento. Y si por casualidad te gusta escribe algún comentario y pones una fotillo donde dice seguidores.
Recuerdo perfectamente la noche en que conocí a Antonio. Una excursión cualquiera, en una sierra cualquiera, en un bar de pueblo cualquiera. Llegó de la mano de Mª Angeles para entrar en un círculo cerrado, oscuro y desconocido. Se encontró con un grupo de colgaos, con unas copas de mas. Así llegaron los carros y llegaron las carretas. Las bromas de todo tipo, las risas y el cachondeo. Todo lo soportó con serenidad exquisita. Encajaba bien los golpes y, a veces, los devolvía.
Imperturbable. El azar no existe. La pasión es lo contrario de la razón.
Recuerdo perfectamente la noche que conocí a Antonio. Una excursión cualquiera, en una sierra cualquiera, en un bar de pueblo cualquiera. Salió de la mano de Mª Angeles formando ya parte de un círculo cerrado, oscuro y conocido.
Imperturbable. El azar no existe. La razón nos guía.
“Nadie deja atrás otra vida que esa que está viviendo y tampoco está viviendo otra que no sea la que deja atrás.”
Acto II: Aristóteles y la philia.
El hombre solitario es una bestia o un dios.
Desde aquella noche en que conocí a Antonio he seguido viéndolo habitualmente. La amistad es una necesidad del hombre. Una relación elegida entre hombres que desean el bien a sus amigos por ellos mismos, por lo que son.
Dicen que la amistad, como el amor, ha de ser regada habitualmente para que no se marchite. Esta afirmación la hemos llevado a rajatabla, y en multitud de ocasiones la hemos regado con cerveza y conversación, con cubatas y sonrisas.
En las charlas con Antonio es difícil encontrar conjugaciones de verbos como enfadar, discutir, regañar o pelear.
“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.”
Acto III: Esquilo y la muerte.
Podría titular este último acto como: La muerte de un calvo. No te alarmes que no hay para tanto. Recuerdo la historia o leyenda que ha llegado a nuestros días sobre la muerte de Esquilo, uno de los primeros dramaturgos de la historia.
Al bueno de Esquilo se le ocurrió acudir al Oráculo de Delfos para conocer su futuro y más en concreto noticias sobre su muerte. La revelación del Oráculo fue categórica: has de morir aplastado.
Intentando eludir su destino se trasladó a vivir fuera de la ciudad. Un águila (mas bien un quebrantahuesos) planeaba con una tortuga entre sus garras, buscando una roca contra la que soltar la tortuga y poder darse un festín rompiendo su caparazón. El águila, que no debía tener vista de águila, confundió el brillo de la calva de Esquilo con una roca. Así que soltó la tortuga contra su limpia cabeza, con resultado fatal.
Pero tú estás aliado con las leyes matemáticas.
¿Cuántos quebrantahuesos quedan en España?
¿En qué zonas viven?
¿Cuántos tienen deficiencias visuales?
¿Cuántas tortugas quedan en los habitats de estas aves?
¿Cuántos intentarán alimentarse de ellas?
¿Cuántos intentarán romper sus caparazones rompiéndolos sobre rocas?
¿Cuántas rocas habrá en la zona?
¿Cuántos clavos viven o visitan esas zonas?
¿Cuándo visitarás esas zonas tan lejanas?
……
Con sucesos infinitos la probabilidad tiende a cero. Las matemáticas no engañan. Y la moraleja es clara: de ésta sales sobrado y de otras tantas como esta.
Eso sí, no provoques al Oráculo y no muevas tantas mesas ni te estreses demasiado.
“El mundo está lleno de maravillas, pero nada es tan maravilloso como el propio hombre.”
Publicado por Enrique
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