El contador regresivo que indicaba el tiempo que faltaba para San Marcos llegó a cero. El evento sucedió. Otro día de San Marcos se abrió, como casi siempre, y se cerró, como en los últimos años.
Como casi siempre, el encargado de siempre, despertó a San Marcos, como siempre. Muerto de sueño, San Marcos se desperezó y encendió un día seminublado que terminó por abrir. Sin mayores sobresaltos meteorológicos.
Como casi siempre, el encargado de siempre, despertó al Cortijo Los Barranquillos, como siempre. A las siete y media de la mañana el fuego empezaba a arder en el corazón del cortijo.
Como casi siempre, el encargado de siempre, tocaba en mi timbre antes del las nueve, como siempre. Los últimos detalles, el arroz, las alcachofas, el pan, la gasolina, el hielo y el cojo.
Como casi siempre, con los de casi siempre, antes de las diez el cortijo respiraba, como siempre. Era la hora del sol y sombra. Uno, otro y otro; hasta que se acaba el sol. ¡Pues ahora, solo sombra!
Como siempre, y casi a la hora de siempre, Salvador Vilchez aparece con el bag-in-box de vino de su última cosecha. Hay que probarlo. ¡Es de bien nacidos ser agradecidos!
Mientras va llegando el pelotón a la meta del cortijo, como siempre, se abre la veda del cerveceo. Cerveceo diversificado, como el negocio de las empresas punteras. La coronita, la volldam, la milnóh y varias otras con nombre terminado en brau.
A las once, y mientras acaban de llegar los últimos rezagados a la meta, empiezan a salir platos. Es la hora ideal para degustar callos con garbanzos. Cuatro platos de callos fueron desapareciendo progresivamente de la mesa con el continuo cuchareteo de una conversación agradable.
Cervezas y cervezas van desapareciendo de las espuertas fresqueras. Mientras el de siempre, como casi siempre, prepara el sofrito y el caldito del arroz. Su cebolleta, sus ajitos, sus pimientitos, el tomatito, las alcachofas, los champiñones, la carnecita, la costillita y el pimiento colorao.
Un momento. Rebobinemos. Hemos puesto cebolleta en el sofrito, luego por algún sitio deben quedar los tallos y las hojas verdes. ¡No se puede tirar nada hasta que no estemos hinchos! A sancocharlos. Todo picadito y sancochao, la tortilla del pobre, exquisita.
Una fiesta a nuestra edad es para lo que dá. Beber y comer mientras los niños se lo pasan pipa en el campo con sus historias. Mientras se termina el arroz, lo de siempre, como casi siempre: el queso, el salchichón, el chorizo… y la conversación.
No voy a contaros nada más del arroz. Únicamente decir que no sobraron ni los huesos de la costilla.
Un café, el dúh y a la mesa octogonal. Las mujeres se dieron su paseito, aunque esta vez no había nadie en la caseta (embarrada de la tormenta del viernes la gente tuvo que buscar un plan B).
La Pocha, como siempre. Salpicada de cubatitas, de discusiones de risitas y de huevos duros. Bueno como casi siempre:
-Alguien empujó la mesa destrozando la botella de J&B que se repartió por el suelo para alegría de las baldosas.
-Al no estar Blas, gané yo.
Después merienda y porche. Para comprobar como los mas pequeños empiezan a endiñarle al Boli.
Otra Pocha más. Un poco más borrosa en mi recuerdo. Esta vez ganó el Largo. Y ya no quiero contar nada más. Sé que, como siempre, la gente fue cenando diversas carnes a la brasa y sobre las 11,30 de la noche hubo desbandada general del cortijo de los pollos.
No quiero cerrar esta entrada sin hacer algunas consideraciones mas:
- Desde que tuve la edad suficiente para ir a San Marcos sin cesta de chuches, me es muy difícil distinguir un día de San Marcos de otro. Las pautas tradicionales se cumplen inexorablemente. Día de campo. Hornazo. Comida, bebida y alegría. Niños matando el diablo. Juegos, cartas y maruca… Este año también.
- Siempre hay algún pequeño detalle distinto, sobre el que hablar un tiempo después. Este año fue protagonizado por Nadia y sus enfados continuos.
- Siempre queda comida y bebida. Desde que se pasó a sábado, y como todos los santos tienen octava, hay un San Marcos pequeñito y más relajado el Domingo. Este año nos comimos unas papas a lo pobre buenísimas, acompañadas de chorizo, morcilla y costilla a la brasa.
- Siempre hay alguien que falta. La distancia o responsabilidades ineludibles hacen imposible que al pasar lista la clase esté completa. Es más doloroso cuando las ausencias son debidas a “problemillas” de salud. Solo puedo decir que SE OS ECHA DE MENOS.
Como siempre, cundo acaba el día, el contador regresivo que indica el tiempo que falta para un nuevo San Marcos se pone en funcionamiento.
Y espero que, el año que viene, como casi siempre, el encargado de siempre, toque en mi timbre antes del las nueve, como siempre.
Publicado por Enrique
2 comentarios:
Pues si. Poco que agregar a lo expuesto por Enrique, que le ha dado un repaso a todo.
Yo solo queria decir que San Marcos tambien se hace mayor. Aunque sigue siendo el "Rey de los charcos" ya la cebada no está sembrada. Y si se hubiera sembrado se habría podrido de tanta agua que cayó en los dias previos y en el mismo Sabado. Lástma por los que habian pensado pasar el dia en la caseta y por los de la comisión de fiestas(entre ellas Loli la de Fede) que pensaban sacar unos dinerillos para luego hacer que tengamos mejor feria.
El caso es que eso a nosotros no nos afectó mucho, por esa maravilla de cortijo que tenemos.
En lo personal, para mi fue un muy buen dia. Lo mejor es que siempre te encuentras con gente que no te esperabas y lo peor, es todo lo contrario. Echas de menos a otra gente con la que si contabas y peor por los motivos de la ausencia, que son por salud (O mejor dicho por mala salud).Un abrazo de mi parte a todos los ausentes y espero veros pronto.
Otra cosa que está genial es que ahora San Marcos dura dos dias, por si no te habias "Jinchao" bastante en un día te puedes rematar el Domingo y este año con mas gracia que el lunes tambien era fiesta.
Con todo esto y todo lo demás, solo me queda decir ¡¡¡VIVA SAN MARCOS!!!
Uff! 8 días entre un comentario y otro.Creía que el blog había muerto y estaba preparando el funeral.
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