viernes, 13 de mayo de 2011

Obsolescencia programada

Esta es la historia de un móvil que se llamaba Pablito. Bueno mas bien D. Pablo, ya que era un móvil de última generación, con su gps, su cámara, su internete, su reproductor, su pantalla táctil y todas las mil y quinientas.  
Nació en 2009 y se desarrolló con precocidad. A sus dos añitos era plenamente adulto y llevaba una vida feliz. Pero los hados no estaban de su parte y sufrió un infarto de batería. Llamamos al 112 y fue trasladado de urgencia a una clínica privada. El diagnóstico fue terrible: obsolescencia programada. El pronóstico peor: no hay solución.
Desolados, buscamos información en tratados de anatomía. Obsolescente: que está volviendose obsoleto, que está cayendo en desuso.
¡No parecía tan grave! Pero el doctor nos dijo que este diagnóstico estaba mejor explicado en los tratados de economía que  en los de anatomía:
“Se denomina obsolescencia programada u obsolescencia planificada a la determinación, planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio”.


La vida media de un móvil es de dos años, y está planificada de antemano por el fabricante. Si se rompe la batería, la pantalla u otro pequeño componente su reparación tiene un valor cercano al de la compra de un producto nuevo. Este sistema está en la misma base del sistema capitalista. El círculo de consumo no puede pararse. Los bienes de consumo deben quedar obsoletos.
Así, a pesar  de lo que avanza la tecnología, un coche fabricado en 1930 está capacitado para recorrer más kilómetros que un último modelo de Audi. Los productos tecnológicos (ordenadores, televisiones…) duran cada vez menos. Evolucionan el software o sacan nuevas aplicaciones que requieren mas capacidades. Evolucionan las tecnologías (pantallas planas, alta definición, 3D…) y nos inducen psicológicamente a que las compremos. En definitiva, miles de estrategias comerciales que nos obligan al consumo continuo deshaciéndonos del producto obsoleto para sustituirlo por uno nuevo.
Una bombilla está en el origen de todo. Edison puso a la venta su primera bombilla en 1881. Duraba 1500 horas. En 1911 un anuncio en prensa española destacaba las bondades de una marca de bombillas con una duración certificada de 2500 horas. Pero en 1924 un cártel que agrupaba a los principales fabricantes de Europa y Estados Unidos pactó limitar la vida útil de las bombillas eléctricas a 1000 horas. Este cártel se llamó Phoebus y oficialmente nunca existió. Esto mismo se aplicó también en la industria textil con la consiguiente desaparición de las medias a prueba de carreras. Y progresivamente fue extendiéndose a todos los sectores que fabricaban bienes de consumo.


Esta revolución de palabras e ideas que constituyen el artículo, escrita a toda mecha, se basa en una conversación mantenida en el cortijo el día de San Marcos. De esta manera cumplo con lo prometido ese día y escribo sobre este tema.
Para terminar pido una oración por el eterno descanso de D. Pablo, un móvil de última generación que con solo dos años de edad, descansa en el cementerio de móviles.

Publicado por Enrique

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