lunes, 7 de marzo de 2011

La Pinta, La Niña y La Santa María



Hemos estado recientemente cuatro días en Irlanda. Ha sido un viaje muy satisfactorio. Cargado de callejeos por Dublín, cargado de historia (los celtas, los normandos, los vikingos, el sometimiento de católicos por los anglicanos, la independencia, el conflicto de Irlanda del norte…), cargado de excursiones por la naturaleza del país (extensiones y montañas verdes, monasterios y cementerios perdidos, costas escarpadas, lagos glaciares, acantilados de vértigo…), cargado de las inevitables compras (an ca’Pennys, an ca’Clarks, an ca’Carrols…), pero sobre todo, cargado de risas que muchas de las veces se convertían en sonoras risotadas.
En fin, lo que pretendo es hacer unos breves apuntes que resuman el viaje bajo el título de La Pinta, la Niña y la Santa María. Y no se trata de que hayamos descubierto Irlanda, cual Colón, surcando el Atlántico en tres carabelas. Tampoco que hayamos intentado conquistarla a bordo de navíos imperiales, cual armada invencible, para acabar naufragando en sus difíciles costas. En realidad descubrimos Irlanda a bordo de un Boeing de Ryanair preocupados por no tener demasiadas turbulencias, por el peso de las maletas, por las medidas del equipaje de mano, por coger asientos contiguos o por no llevar elementos metálicos que activaran el arco de seguridad.
Sin embrago voy a resaltar tres aspectos del viaje. Y no hablaré de peos, que también los hubo.
La Pinta.
Una pinta es esa curiosa medida de aproximadamente 550 cc de capacidad que los irlandeses utilizan para los líquidos. Pero fundamentalmente para la cerveza. La cerveza es la bebida nacional y la beben y la toman, y la toman y la beben. No se donde está la crisis de Irlanda que  ocasionó el famoso rescate económico de la UE. Los irlandeses llenan los pubs a todas horas (tantos años llamándolos “pubs”, para que cuando aprendes a decir “pabs”, viajes y te digan que se llaman “pobs”). Muchos de los pubs de Irlanda son preciosos, con ese sabor a rancio que les da el uso continuo. Llenos de todo tipo de cacharros, cargados de madera y cuadros y atestados de irlandeses. Los paisanos entran en el pub y se “hínchan” de cerveza. No salen, no hacen rutas de pubs, en el que entran se quedan hasta que se van o hasta que cierran.
Pues como esto era típico decidimos practicarlo, y a beber cerveza en pintas. Cerveza negra, cerveza tostada, cerveza rubia. Llegamos con un total desconocimiento del inglés y al final, terminamos por decir en un inglés solvente “A paint of guinness, please".


La Niña.
Irlanda es un país pequeño con, aproximadamente, cuatro millones de habitantes. Sin embrago, en Dublín parecía que los cuatro millones de habitantes se empeñaban en pasar una vez tras otra por delante de nosotros, ¡Que pila gente! Además es un país joven. Ya sea porque no se han recuperado de la hambruna del siglo XIX o de la tradicional emigración, el caso es que la mayor parte de la población es joven. Claro que a algunos lo que les llamó la atención fue la cantidad de “niñas” que pululan por las calles.
La Santa María.
Irlanda es un país católico, muy tradicional. Con una moral mas cerrada que la nuestra. Vamos, como España en los años 70. Sin embargo, aunque es fácil ver imágenes de la virgen en cualquier esquina, cuando digo Santa María lo hago en su forma de exclamación. Y es que ¡Santa María! sería vuestra exclamación si nos vierais en medio de Dublín “cargaos de pintas”, “muertos de risa” y diciéndole a alguna “niña irlandesa” en un “alpujarreño cerrao”:



¡Haaay chotilla!


Publicado por Enrique.

1 comentario:

Unknown dijo...

buen trabajo Enri,me ha gustado mucho el resumen del viaje